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Historia

En los años 40, no era fácil hallar la huella para entrar a Villa Flor Serrana, sin la ayuda del «Monolito». El Abuelo llegaba, abría las puertas de su casa. Paisanos y vecinos se apeaban para compartir una partida de bochas o unos tiros al sapo. Así comenzó la historia. Más tarde llegarían sus hijos Rubén y Delia, conocida como la Porota, que no dudaron en albergar a los primeros acampantes. Hoy su nieto, continua el legado familiar.

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Camping El Apeo